Vamos, que sentir celos puede llegar a ser normal en algunos momentos de la vida y de una relación, pero puede llegar a ser patológico hasta el punto de destrozar una pareja. Os dejamos con nueve claves para saber si son normales o patológicos. Es el miedo a que la pareja decida irse con otra persona, pero no solo eso, hay quien siente celos simplemente porque otro se acerque a su pareja, porque la mire, porque la llame o envíe mensajes, etc. Falta de amor y cariño en la infancia: muchos niños se rehacen, o lo viven con resiliencia, pero muchos otros no superan adecuadamente el haber crecido en un entorno donde los padres les dedicaban poco tiempo. Uno siente celos y a la otra persona le divierte la demostración de preocupación y amor, y propone una solución que demuestre que no hay nada por qué sufrir. Pero pensando que el tiempo es vela, que se deshace sin avisar, encarcelaste al amor que vuela con el temor de lo que se va.
Generación Gimeno de Flaquer Al ocuparnos de la coqueta debemos hacer una especificación del coquetismo y la coquetería. La coquetería es instintiva, natural; el coquetismo estudiado, artificial. Frecuentemente vemos trocar la palabra coquetería y coquetismo hasta anatomía confundidas cual si fuesen voces sinónimas, a pesar de que expresan una y otro cosas muy divergentes. El deseo de agradar encerrado en sus justos límites, no debe censurarse como se censura de ordinario: el ambición de agradar nos hace ocultar defectos, adquirir cualidades, reprimir nuestros fuertes ímpetus, sofocar nuestras pasiones y presentarnos cheat elegante distinción, respetando las fórmulas exigidas por la urbanidad y las conveniencias sociales. El deseo de agradar es inherente a la niña, la joven y la anciana. El coquetismo es el ardiente anhelo de inspirar muchas afecciones sin corresponder a ninguna, el deseo voraz de conmover los corazones, sin responder a esas conmociones tampoco con un latido. El primero que comparó la coqueta al conquistador, estuvo muy inspirado: ambos destruyen, aniquilan, devastan y siembran por todas partes el llanto, la desesperación y el pena. La coqueta hace su veloz biografía de una manera infame; sus trofeos representan un corazón lastimado, una alucinación marchita o una esperanza muerta.
En realidad, no es complicado imaginar qué puede interesar a una mujer en un hombre, aunque cada una de ellas sea un mundo diferente. Ya se sabe, una personalidad divertida, afable, entretenida o cariñosa es importante —especialmente en el largo plazo—, pero denial lo es todo. Cuando un joven accede a un puesto de asunción por encima de lo que su edad real haría esperar, es congruo frecuente que se deje crecer una tupida barba. Es la conclusión a la que llegó una investigación realizada por Barnaby J. Dickson y Paul L. Vasey, que señalaba que la barba envejece, a cambio de constituirse en signo de distinción social. La razón probablemente sea evolutiva, ya que como señalan los antropólogos que realizaron el estudio, la aparición o conservación de la barba en el anatomía humano podría haberse debido a una forma de selección natural intragrupal. Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Abertay Dundee en Escocia llegó a la conclusión de que a las mujeres, lo que de verdad les pone, es un buen sistema inmunológico.