Se acerca San Valentín y queremos hablar de aquellas personas que se han aventurado a viajar a otro país y allí han conocido el amor. Al estar expuesto a tantas novedades, nuestro organismo libera dosis de dopamina, neurotransmisor que, entre otras funciones, es el encargado de llenarnos de placer e impulsividad. Vas con el objetivo de aprender un idioma nuevo, pero sin esperarlo, vives una experiencia vital de esas que se presentan pocas veces. Las parejas que son de culturas distintas tienen sus puntos fuertes. El secreto, pues, puede estar en la diversidad.
Y tal vez el que la generalidad de los extranjeros quieren obtener es el permiso de trabajo. Pues es su intención empezar a trabajar en el país, y las otras opciones no se ajustan a su localización actual. No pretenden estudiar en España. Tampoco quieren invertir o crear su propia empresa. Sin embargo, existe aquende una situación que puede dificultar la obtención del permiso. Pues el gobierno español favorece a los ciudadanos españoles cuando solicitan una vacante de trabajo determinada.
Y a los hombres con una máximo posibilidad de hacerse dueños y protagonistas de sus propias vidas. Claro que puede haber mujeres patanas en adonde ellas tengan el sartén por el mango, es decir el poder. Puede ser una mujer que tenga equilibrado al varón -hablando de una relación heterosexual- con lo económico o lo amenace con no dejar ver a los hijos, o una serie de cosas que permitan maltratar, abusar, usar, menospreciar, y utilizar como objeto a la otra persona. Generalmente se dan una serie de factores que se entretejen. Pero no podemos invisibilizar que vivimos en un contexto patriarcal en donde se exaltan y se premian ciertas conductas de independencia y agallas. Muchas veces desde la educación del hogar se aprende a ser macho.