Las auténticas víctimas de estas situaciones no son los propios adictos. Hay esposas y hay niños, inocentes, incapaces de entender Pregunta que se hace María, quien relata: hace ya año y medio descubrí que mi marido, de 47 años, lleva toda la vida metido en el mundo de la prostitución, el juego y, posiblemente, las drogas. Cuando descubres que tu pareja, esa persona en la que has confiado, es adicta al sexo se te desorganiza el mundo, el lenguaje y los presupuestos. Se plantean muchas preguntas. Es necesario aceptarlo y tomar medidas. Parece que no lo puedes comentar con nadie, que no te van a creer. Puede que te entre una rabia tremenda, confusión o que te deprecies y pienses que no eres suficiente. Todos estos sentimientos son lógicos y a la vez necesitamos que no sean los que guíen tu actuación.
Empero, para su próxima edición, estudian la posibilidad de incluir el término desorden hipersexual. Y aunque la Organización Ecuménico de la Salud tampoco la reconoce como un adicción, la organización sí maneja el concepto de excesivo ambición sexual. El centro de recompensa del cerebro se estimula de gran forma y, si esto ocurre frecuentemente, el cuerpo produce un ansia por encaramarse la actividad de los neurotransmisores la sustancia química que transmite los impulsos nerviosos , explica. Y agrega: En este caso es muy difícil detener la actividad sexual. Mujeres y famosos Uno de los problemas de la adicción al sexo es que los adictos suelen sentir vergüenza, arrepentimiento, compunción y ansiedad después del acto. Y no placer. Otra característica de la adicción también sería el vaivén de emociones. De ese porcentaje, una de cada cinco son mujeres.
Deborah Schiller, sexóloga estadounidense explica las claves de esta crónica y devastadora achaque Foto: iStock. Pero ahora una facultativo ha hablado sobre lo que efectivamente significa tener esta enfermedad, una condición extremadamente seria. Deborah Schiller es la directora del programa de tratamiento de adicción sexual de Pine Grove en Hattiesburg, Mississipi. Me gustaría ser un adiccito al sexo. No tiene que ser tan malo, algo que dista mucho de la realidad. A veces la pareja no se da cuenta. No se habla del problema. Puedes pensar que la pareja lo intuye, pero no lo afronta.